Mensaje de bienvenida

Bienvenido a este blog en el que narro mis reflexiones personales, fruto del encuentro con Cristo en la oración. Cabe alcarar que con estas reflexiones no pretendo exponer el pensamiento oficial de la Iglesia sino que es fruto de mi relación con Nuestro Señor. ¡Dios los bendiga!

lunes, 15 de noviembre de 2010

En comunión

Cuando nos encontramos adorando a Cristo en la Eucaristía sucede una infinidad de cosas en nuestro interior. En Su presencia la vida pasa en un instante para quien ve con los ojos de la fe, porque toda una vida es insuficiente para adorar tan grandioso misterio. Y al estar ahí, contemplándolo y dejándonos contemplar por Él somos inducidos por Él mismo a  enamorarnos del prójimo y hacer germinar la semilla de la Caridad que Dios nos ha regalado. Y es que el diálogo con Cristo Eucaristía es comunión por excelencia, es tener un encuentro vivo y amoroso con Aquél que es el punto de encuentro de toda la humanidad. Este encuentro de comunión con Cristo nos lleva entonces a un encuentro de comunión con el hermano actuando en su nombre.
Al ser nosotros miembros del Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia en virtud del Bautismo que hemos recibido podemos actuar en su nombre como la cabeza mueve la mano para sobar un golpe recibido en la rodilla. De tal manera que por esta gracia recibida de sus manos somos capaces de ser para un hermano sacramento de Cristo, es decir signo de la presencia viva de Cristo en nuestro mundo. ¡Qué privilegio tan grande e poder llevar en nosotros la presencia de Dios mismo y ser sus propias manos que auxilian a sus hijos más vulnerables! Una obra de Caridad auténtica es ser la presencia de Dios mismo para el hermano.
Es muy grande la gracia que recibimos los cristianos en nuestro Bautismo, la capacidad de ser cocreadores junto con el Padre en el perfeccionamiento de su Obra creadora, emisarios de Cristo para llevar su salvación a todos los hombres y portadores del espíritu Santo que es el mismísimo Amor de Dios y todo brota de ese encuentro de Amor y comunión, de una subida al monte espiritual, que es posible por el hecho de ser hijos de Dios.
Gracias te doy, infinito y bondadoso Dios, por concederme tan alta Gracia de poder ser sacramento de tu presencia en y para la humanidad al obrar en nombre de tu Iglesia. ¡Gracias por mi Bautismo! Vivamos en comunión para poder sr así reflejo preclaro de la grandeza de nuestro Dios. ¿Y cómo ha sido tu encuentro con Cristo en el hermano? ¡Comparte tu experiencia! Todos tenemos una. Que el Señor los bendiga!!

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